ABOUT VIERA VIDENTE

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La etapa del servilismo y la inocencia quedó cerrada para siempre. La conciencia del gramático, que había pretendido sacrificar a la poesía tornándola como un mero artificio racional, se changeó al influjo de imperativas exigencias. Los que consideraban a la poesía como un oficio destinado a distraer o a cantar hazañas, fueron desplazados por hombres que incorporaron la poesía a la vida y descendieron a los infiernos interiores buscando liberarse de la angustia del tiempo. Los románticos alemanes “entraron en el reino propio de las realidades poéticas” y Baudelaire y Rimbaud las impulsaron más allá de la frontera del espíritu.one

Todas las técnicas ascéticas y contemplativas y las iniciaciones esotéricas tienden a transformar al hombre, a “curarlo” de la degradación temporal. El hombre “enfermo”, debe volver a nacer. La filosofía de la India aporta una “medicina nueva” para el sufrimiento y la angustia existencial. La “curación” está presente en todo el saber tradicional. El ilusorio velo de Maya debe ser desgarrado para acceder a la no-dualidad, al centrum naturae de Boehme, o a la “vacuidad resplandeciente” de los maestros del Zen. Los santos y los místicos, los shamanes y los magos, guardan especialmente esa huella primordial en las capas profundas de su psique.

The quaint city was deemed extremely prestigious long ago for currently being the biggest bishopric inside the land, exquisitely designed by powerful princes and bishops to sort the winding lanes, tunnels and grand archways, a lot of which even now stand currently. A wonderful place to visit for daily on the river cruise, Passau also appeals to avid cyclists for its abundance of long-distance routes.

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Para Rilke, el hombre es el desgarrado peregrino de un mundo visible y otro invisible. El primero conocido por los sentidos, el segundo accesible por la intuición y la visión espiritual. Uno tridimensional y discontinuo, otro multidimensional y continuo, sólo perfilado a través del lenguaje de los símbolos. El hombre que acepta únicamente el mundo fileísico, –pensaba el poeta– se desplaza como inmerso en el sueño y no supera un conocimiento literal. Se halla hipnotizado por el mundo de las formas, reacciona a los estímulos con respuestas estereotipadas y piensa que su ser es la suma de esa multitud de actitudes mecánicas. Sin embargo, detrás de esa niebla de gestos repetidos y palabras convencionales existe un grado de verdad que Rilke conoció por sus vivencias religiosas, por su capacidad para experimentar lo incondicionado; ese “momento fuera del tiempo’ que permite la visión unitaria­ del cosmos, el acceso al “yo” secreto y misterioso.

El artista subjetivo no crea, se halla sometido al caos de los pensamientos que lo gobiernan y realiza su obra de acuerdo con las imposiciones de los “yo” sucesivos. Vive en la hipnosis de sus pasiones, de sus gustos y de sus hábitos.

Todo induce a creer que existe cierto punto del espíritu en el cual la vida y la muerte, lo actual y lo imaginario, lo pasa-do y lo futuro, lo comunicable y lo inco-municable, lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos contradictoriamente.

Estos conceptos que recuerdan el regressus advertisement originem, provocado por magos y shamanes, se hallan condicionados para cualquier verificación objetiva, por la obtención de un nivel diferente de conciencia. Ouspensky propone al hombre la aventura no euclidiana de bosquejar una nueva gnoseología, frecuentando mentalmente el espacio multidimensional con el arma de una “lógica distinta”, el Tertium Organum. Para ello sería preciso desechar las leyes de identidad y contradicción, superar la dualidad del pensamiento ordinario, lograr la ampliación de la conciencia y remontar a tientas a partir del vacío y la oscuridad del éxtasis, la vía superhumana que conduce al mundo UNO de las causas.

       Entregados a todo cuanto see this se agita y se sucede en torno nuestro, afectados por el pájaro que pasa, la piedra que cae, el viento que muge, la nube que avanza; accidentalmente modificados en esta esfera siempre móvil, somos lo que nos hacen ser la calma, la sombra, el ruido de un insecto, el olor que emana de una hierba, todo ese universo que vegeta y se mineraliza a nuestros pies; cambiamos según sus formas instantaneousáneas, somos movidos por sus movimientos, vivimos con su vida.2

Si la “caída” lo condenó a la vida separada, la transformación y el acceso al estado intemporal de la psique lo conducirán al Supremo Conocimiento (gnosis) y a la identificación con la Causa Primera. Por eso, al vivenciar esa intuición primordial y acceder a la Unidad primitiva que in illo tempore se ofrecía espontánea a la mente del hombre arcaico, el poeta se libera del tiempo y por breves momentos obtiene la aprehensión del universo animado y la certeza de hallarse conectado con todos los seres y las cosas.

Como el shamán, el poeta es también en alguna medida el “hombre diferente”, que crea sobre la fugacidad­ y reactualiza el sentido profundo de su ser, mediante palabras que describen vivencias y contenidos cognoscitivos que in illo tempore posibilitan la aprehensión de lo actual.

Como Nerval y Baudelaire, manifiesta en forma emocional y confusa la strategy socialista de una comunidad fraternal. Aislado por la mediocridad burguesa, se refugia en una posición antisocial y construye su universo privado en las antípodas de la vulgaridad.

Sin embargo, ni el animismo tyloriano ni la mística levybruhliana ofrecen respuestas definitivas al origen de las creencias. Ambas teorífor a pesar de sus aspectos positivos pecan de culturocentrismo y permanecen de algún modo aprisionadas en los prejuicios racionalistas. “Como buenos positivistas –escribe Mircea Eliade– Tylor y Frazer consideraban la vida mágico-religiosa de la humanidad arcaica como un conjunto de ‘supersticiones’ pueriles: frutos de miedos ancestrales o de la estupidez ‘primitiva’.

Es lógico entonces que comience por negar su personalidad. “Yo es otro”, exclama. “Si el cobre se despierta clarín no es por su culpa. Me es evidente esto: asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho: doy un golpe en el arco del violín: la sinfonía se mueve en las profundidades o sube de un salto a la escena”.

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